Sal de mi cabeza,
azúcar en mi lengua.
Tus ojos,
no me dan tregua.
Los quiero
-en más de una cena-.
¡Lo sé!
Me hace falta vergüenza,
pero,
sólo pienso en tu belleza.
¿Cómo negar que sos perfecta?
Si sos mentirosa,
huevona
y tierna.
Suerte mía,
estar en cuarenta,
si no,
te dejaría mis labios en bandeja.