Se han apagado
mil poetas en exilio,
una tragedia evitable
causada por exceso
de codicia en fulanito.
Sobre el cementerio,
la procesión de doblones
exhibe un lys royal
en la oreja.
Como siempre,
es hermosa la venganza
en un texto sagrado
recuerdo el nacimiento,
la puta madre y
la falsa épica de la isla
mientras la brisa
dispersa al enemigo.
Tiene sentido
la incongruencia,
la guerra se extiende
a mundos dispares.
Apenas una deuda
con el saber
de poca utilidad
de mis abuelos.
La rabia, en apariencia,
disuelve malestar
en colectivo simbólico.
Cierta disciplina
en mi fracaso
flota como tela
de propaganda,
mi personaje interactúa
con ficciones
de la misma historia,
del mismo modo
el horror expedienta
sobre una servilleta menstrual y
modifica mi corpus.
Me detengo
para que pasen,
respiro: el enemigo
es menos verdad
que la selfie
del muchacho muerto.
No debería
hablar de los abuelos,
he tecleado
ideas perturbadoras
para el perezoso
en marketing político que
destruye la casa.
del cuaderno Punto, Editions Hoy no he visto el Paraíso, 2018
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