ALDO R. GUARDATTI

LA PERLA

A veces siento en el alma

grano de arena muy fina,

que habrán muchos de ignorarlo,

pero que a mí me lastima.

Entonces lo voy cubriendo

con versos que lo suavizan,

versos que son como vendas,

que van ornados con rimas

para tratar de cubrir

esas filosas aristas

que me hacen doler el alma

como si fueran espinas,

que a casi nadie le importa,

aunque a muchos debería.

Después que ha escurrido el tiempo

por el cauce de la vida

-a veces son varios años,

a veces menos de un día-

me cierro como una ostra,

me sumerjo en mi agonía,

y usando mi vieja pluma

y alguna que otra hoja limpia,

con un puñal de palabras

logro abrir el alma mía,

y cual si fuera una perla

saco un poema que palpita,

que aunque no sea nacarado,

a veces lo veo que brilla.

Estando la perla afuera

son pocos los que meditan

en el dolor que la crea,

el sufrimiento que implica,

y de esos quizás ninguno

sepa que, de esas heridas,

hay muchas que nunca curan

porque jamás cicatrizan.

Aunque no esté ya la perla

en mi interior escondida,

las heridas que no cierran

duelen como el primer día,

pero no saldrán más perlas

por la pena padecida.

Tal vez es karma de poeta,

quizás es ley de la vida,

más, a pesar del dolor

siempre dará la poesía

perlas de un brillo especial

que hacen olvidar la herida.