En esta intimidad asfixiante,
en esta soledad impuesta,
en estos días de silencios,
de miradas esquivas,
de horas vacías,
de caminos no transitados,
de encuentros aplazados,
la añoranza encuentra su lugar,
y nos invita a abrir puertas adentro,
a mirar lo que no habíamos visto,
a invertir prioridades,
a desaprender de urgencias,
a recuperar los pequeños grandes momentos,
aquellos que habían quedado desdibujados
y que ahora con un suave pincel
vamos trazando,
tímidamente saboreando,
esperando completar la obra,
con el renovado arte
de quien reaprende lo olvidado,
reencuentra lo perdido,
atesora lo vivido.