El sino me dio una rosa
cual destino de mi vida.
Ella es tersa y primorosa
pero también tiene espinas.
Me acarició muchas veces
al andar de mi rutina.
Me pagó siempre con creces
aunque a veces me lastima.
Y así la sigo llevando
pues no encuentro otro destino,
mas igual la sigo amando
cual peregrino al camino.
Rosa te quiero conmigo
a pesar de desencantos;
quiero ir a la par contigo
aunque me des algún llanto.
Jorge Horacio Richino
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