Mi consistencia se desmorona
y el hastío quiere anidarse
en lo recóndito de mis entrañas,
quizás tú nunca me añoras
y yo todo el tiempo lo hago
que mis bríos asintieron en decaer…
¡Pero ya no! ¡Basta ya!
No mantendré en vilo
a mi alma que aún te ama,
tú rompiste el cordón
que nos unió y el fuego
seguirá acrecentándose
y yo en la distancia
seguiré amándote.
Mariposa caíste seducida en la trampa
de una mirada a sabiendas que ella hechiza:
ojos con esencia de atracción
y flores que adornan la pradera.
Y la mariposa siendo bella fue conquistada,
obediente a sus impulsos en su avidez,
¿se guió por la futilidad de sus deseos?,
tal vez no… es que fue cortejada
por la magia de una mirada
que para compensar su arrobamiento
no ha querido ella deber nada
y se dejó llevar cual soñadora
a la coalición de un beso.
En el acto de irrumpir en la vida,
probando poco a poco su extensión,
la sombra acosa en el trayecto,
fácil no es conservar la motivación
y el frenesí en todas las dimensiones…
Con el transcurso de la existencia
cuando es más la ruta que ha sido transitada,
se hace inevitable la nostalgia
de nuestros años en los que siendo infantiles
alimentamos nuestros sueños
y así fuimos dándole vida a nuestra perspectiva
del mundo que ahora descubrimos…
El cielo de nubarrones sin permiso nos invade
y el alma en su angustia prorrumpe
buscando la paz que se escondió,
mas el corazón queda temeroso y se acurruca
no queriendo ver que ya feneció,
pensando que la dicha estuvo
solamente en espejismos de niños…
La mente se abruma y en su espasmo
cavila en la crisis existencial
de por qué no es más ese optimismo
como cuando éramos pequeños,
esperamos respuestas y nada,
la vida misma se queda muda,
esperando a que lo revelemos,
el consuelo nos queda de que somos dueños
de nuestro destino, y que amamos,
y somos amados con suma ternura
junto a los seres con quienes nos rodeamos
como en nuestros primeros años.