La rosa respiraba entre mis manos,
mientras se deshojaban uno por uno sus pétalos rojos,
en un soneto de colores de perfecta armonía,
hasta descubrir un pequeño pimpollo,
alojado en suave contacto sobre mi piel emocionada.
La rosa tersa y su esplendor,
de pétalos rojos como como la sangre de mis venas,
curvos y de fragancia embriagante hasta el hartazgo,
dormía impávida y excelsa sobre mis manos.
La magia de un suave resplandor nocturno,
quedo suspendido en el aire,
mis labios fueron atraídos hacia aquella rosa,
cerré los ojos he invoque tu ser y besé la rosa.
Una ráfaga de brisa primaveral se la llevó,
un misterio me trajo tu sonrisa dormida,
como una promesa latiendo en mis sueños,
desperté y tú ya estabas junto a mí.
El deseo de aquella rosa nocturna estaba cumplido,
fue el mismo rojo de tus labios;
aquella hermosa rosa roja nocturna,
que sobre mis manos tu amor dormido me dejó.