Caballito de balancín
que te encontré en el desván
con las patas rotas
ya nunca galopaste.
La pintura nueva se secó en el tarro
tu corazón de polillas voló en el viento
y el hacha del sol
te dio el golpe de gracia
cortando tu cuello elegante
de un tajo.
Pero decapitado y con las patas rotas
caballito de palo
galopas
galopas
en las inmensas
praderas de mi canto.