En una noche callada
entre techos gatas y estrellas
ví como la alborada
pintaba su silueta negra.
Un maullido constante
a la orilla de un ladrido
me dejó conmovido
del enamoramiento canino.
Un potente guauuuu llorado
de la equivocación gatuna
el perro le lloró a la luna
por haberse enamorado.
Más quiso la casualidad
una doncella perruna
desfilara ante sus ojos
desafiándole sus antojos.
Y sobre el tejado siguiente
Un miauuuuu acongojado
recayó sobre sus oídos
en la gata desesperado.
La gata no quiso guerra
la doncella se reía
el perro que la seguía
aplaudía a su estrella.
De estar tan entusiasmado
el can ya retrocedía
sin darse cuenta nadando
en la piscina mojado.
La gata lo aplaudía
confiando de su infamia
eran las doce del día
y el perro ya tiritaba.