Pablo Delgado

SOÑÉ

Soñé que renacía

de un tiempo ya olvidado

aquel joven que podía

 navegar en mar picado.

 

:

Bastaba sólo un  pasillo

y un minuto con ella a solas;

un instante de inspiración

y una mirada…y todas las manos, todas.

 

Respirar su aliento y sus suspiros

era cuestión de sólida confianza

y sentir que falta oxígeno en el aire

(el imperceptible jadeo de la acechanza).

 

Se cristaliza el segundo y éste,

a punto de romperse, suplica

que se cumpla lo prometido.

El beso, que llega adivinando

que sus labios se han hinchado.

Sus ojos, dedicados a no despertar

se inclinan suavemente

ante tan magnífico final.

Al contacto de ambos labios

explosiona  el corazón,

se detienen los latidos,

cambia el aire,

                          por amor.