Al mar le puse tu nombre, amor
y a las olas, el color de tus ojos.
Que bella travesía con tu amor
mi amor; mi barca traspasando
fronteras y tú, delante,
siempre adelante, mi cielo,
con la quilla rumbo a poniente.
Y la brisa de tus pestañas,
llevan a mi barquilla mecida
con sus velas desplegadas
hacia sotavento, de donde
me llegan los suspiros
que me acercaban a tu vera.
Sin marea que la detuviera,
ni temporales, amor
ni calma chicha, solo tu brisa,
solo tu aliento mi amor.
Me alimento con la sal de tu piel
y para curar mis heridas, amor,
me basta el agua de tu cuerpo.
… Ay, tu cuerpo, mujer,
espuma transparente de sal,
en el soy, en tu divino universo,
alga mecida y coral de nácar,
un pez sin escamas
y burbujas que flotan
como ninfas que bailan
como bailan los trigales
mecidos por la brisa.
-Era y soy también, mi amor,
caballo de mar que galopa
suavemente por tus corrientes,
Y allí, amor, donde nace el sol,
ese aliado del horizonte,
donde el cielo se te rinde,
a salvo en tu inmenso vientre,
lejos de los temporales, amor,
anclé mi barca y arrié las velas.
Con tus olas navegué mar adentro
dejando atrás las sombras, amor,
lejos de solitarias arenas.
Y cuando más me alejaba de ellas,
de esas mis tierras desoladas,
más y más dentro de ti estaba.
Fue entonces, amor…
que, con el rumor de tus olas,
mis suspiros que te llamaban
y la salada música de cuentos
de caracola que me llegaban
recordaba que no estaba solo,
ni en silencio era silencio
y cuando el sol descansaba,
por las noches, mi amor
… fue, que…
con la cadencia de tu cuerpo,
tu hermoso cuerpo de agua,
el canto de tus fieles centinelas,
las sirenas que seducían mi barca
y con sus cantos me hechizaban,
poco a poco me desvelaban
tus bellos secretos, y con ellos,
me mantenían despierto,
en alerta por las noches
y por el día, amor,
me sumergía en ti, nadaba en ti,
y, ti encontraba, en tu azulada
y maravillosas onduladas mareas
cada vez que en ti amanecía,
la luz y los motivos para existir,
y así navegaba, amor, sin miedo
ni temor a lo desconocido…
pues, no podrá de ser que…
quien luego de una larga travesía
en la soledad de los caminos
polvorientos y sin horizonte,
atado por aciagos pensamientos,
no sienta en sus adentro
el regocijo de saberse salvado,
cuando siente que ha llegado
a ese lugar donde todo es mar,
y brisa que acaricia el alma,
cuando se despierta en un cielo
cuajado de estrellas, todas ellas
llenando de luz sus anhelos.
-Y como me llamo,
preguntó la mar
-Y cuál es mi color,
volvió a preguntar
-una red tupida que atrapa corazones
-el cuerpo ondulado de mis pasiones
-la sirena que me subyuga y hechiza
-la caracola que en silencio me canta
Como no te vas a llamar Amor,
mi amor,
-si me tienes atrapado en tu red
-si eres la pasión que acrecienta mi sed
-si te viste de azul y me hechizas
-si tu cantar de sirena me hipnotiza.
Que nombre más que Amor,
chiquilla, te puedo llamar,
sí cuando digo,
encajes de espuma blanca y salada,
veo tu cara reflejada en mi barquilla,
y si miro al cielo, mi amor,
ya estrellado o en su azul intenso,
te apareces como la ninfa de mis sueños.
¡Ay, como se mece tu cuerpo!
… cuando vienes a mi encuentro
¡Ay, de mis anhelos en aumento!
cuando, antes de llegar, te presiento
… Y… cuando me das un beso!!
¡Ahí, Amor!, cuando me los das,
en ese instante, en ese momento,
se junta el mar con el cielo
y mi barquilla dormida,
se despierta, despliegas sus velas
y se hecha a navegar tan adentro
por el mar de tu cuerpo
que mis sueños se quedan pequeños.
Y en lo más profundo de tus ojos,
anclado en tus labios rojos
de nuevo soy, alga y coral,
Pez sin escamas
y la burbuja de amor
que recorre tu cuerpo.
Así que, ya sabes, Amor
cuando veas que suspiro
o, acaso, hablando solo,
no pienses que estoy loco,
será que estoy navegando
por los mares de tu cuerpo,
y al llegar, anclar mi barca
en tus ojos, atracar mi pasión
en tus besos y ahí, en ellos,
después de arriar las velas,
beber los vientos que tu beba
y llegar hasta donde tú quieras.
Así que…
anda, chiquilla mía,
deja que le cante al amor
que Amor…
es tu nombre.
Deja que al oído te cante
Que mientras, si quieres
Me bebo de tus labios rojos,
la sal de mis mares de ensueño.
Déjame, chiquilla…
navegar por tus ojos de fuego
y te diga bajito cuanto te quiero.
Mientras tanto…
sí lo deseas, me abrazas,
… con tu cuerpo agua.
Y si se te antoja,
me atrapas con las redes
de tus negras pestañas negras,
que así, enredado por tus encantos,
este Pez sin escama que te ama,
atrapado en las redes de tus besos,
inmerso en lo profundo de tus ojos,
con burbujas de amor apasionado
té canta con coros de caracolas…
… Te quiero…
con mi alma encandilada
… Te quiero…
embriagado por tus aguas
… Te quiero…
con mi cuerpo de coral y algas
.
… Te quiero…
y no me canso de cantarlo
...Te quiero, chiquilla.
Te quiero, Amor… siempre te quiero...