Con plomo llenaron tu pecho
Y de muerte tu mirada
La canción desesperada
Te acompañaba en tu lecho.
Preguntaba ¿qué te ha hecho?
Dios, porque lo has castigado
Sus ojos se han apagado
Con los buitres al acecho.
Tu cuerpo herido e inerte
Con el se llevó la mística
De un hermano y de una muerte
Que se convierte en estadística.