Surge la diosa altiva
ante Corinto...
se alza en su diadema
de plata repujada,
rosas tempranas...
son sus labios
primorosos,
ante el rubicundo
rostro...
que su beso incita,
blanca es la mano...
apoyada en la marmórea
cadera que se anuda,
allá donde la tarde...
de reverdecido orgullo
manifiesto,
se reviste...
de lirio inmaculado,
en el pálido
crepúsculo...
que su torso
aturde.