Ben-.

En el camino-.

Hay un subsuelo de objetos

adormecidos. Impulsados

por el viento, aterrizando

sobre tejados y azoteas quebradizas.

Hay una gloriosa vacilación de atmósferas,

cuyo empuje gotea líquido

sobre el beso de las fundiciones

desalojadas.

Hay madrigueras escarbadas con los ojos,

galerías de cuarzo oprimidas cerca de los labios.

Hay un gimoteo de aves y un lugar desplazado

por las frondas, y en la tierra, unas manos solitarias

de niño, que agrupan silentes minerales de antracita.

Existen esos medios sellados por un laberinto de pinares,

esos gritos auxiliados por la lentitud de los bueyes,

y esas inmensas formas que produce la reunión

de las piedras.

Sobre el camino, materiales vegetales invaden

la acuosa sencillez de las columnas derrotadas.

 

©