La Copa del Palo
está muy tranquila,
no dice nada, quizá detenida;
pasando lo malo
nos ve por encima.
¡Yo sigo esperando!
que caigan los frutos,
su tallo liso, los céfiros truncos;
y el tiempo pasando
minuto a minuto.
Ni el soplo del cierzo
remueve la copa,
que mira al cielo, gozando la coba;
ni mínimo esfuerzo
percibes ahora.