Llega la noche sin fronteras ni tiempo
hago con tus besos un acurruque de latidos celestes,
te haces en mí, soy en ti -tuya-
fuerza invisible que mece mi voluntad;
y son tus ojos cuando beso, el amor,
y tus manos en mi cintura, el candor,
y tus labios en mis labios, la pasión,
ésa que anida trinos en el corazón.
Ebria de tu sed, no encuentro oración para tu perfil de marea
que incendia con dedos de mar
el contorno de mi agudo o grave malecón de sueños
que se rompen vivos en la quietud de tu sien.
Me nutro de ti (mío) abasteces mi cuerpo
inventando de nuevo un vendaval de piel
y la abrasión de los contornos.
Me sucedes y seduces sin censura en los labios
enmarañada de tacto, renacida, viva.
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