Con doradas y resplandecientes llamas arden
los álgidos colores de la áurea alameda
en el pausado vagar de la rendida tarde
que en las alas del viento sus suspiros sustenta
y en el plateado hilo de las cristalinas aguas
una albina nube su nívea cara refleja,
por sus blancas mejillas gotas de cristal fluyen
como en las rosas del rocío las claras perlas.
Por los hilos de oro del lánguido atardecer
se deslizan las aterciopeladas cadencias
que lanzan al aire los gárrulos ruiseñores
entre el dorado ramaje de la áurea alameda.
Mis suspiros caen en los brazos de la dulce aura
que a un ignoto y lejano paraíso se los lleva,
mientras la alegre corriente del fogoso río
en un abisal piélago sumerge mis penas.
En las alas del viento