En esa agua de estrellas
que traes
emanarás profecía
cubiertas tus alas
y tu mirada de brisa
que surge de la palabra
que modificas y que aliñas.
Odre de cariño
que has guardado
en ese cajón tibio
de camino sin pasos
de huellas en el escondrijo
del hemisferio cerebral
que tiene el aliento de Dios
que aún tiene alma de niño.