Las lágrimas de hombre son pesadas, hacen eco con la pena, cargan la vergüenza que desde niños les hicieron creer, sus facciones pocas veces se humedecen de llanto y si lo hacen, también son pocas las veces en que los ojos se ahogan.
Cuando un hombre llora por su amada es porque su amor derrumbó toda presión social y psicológica, porque su imagen fina de mujer puede más que cualquier idea absurda y negativa.
Para mí no hay algo tan reparador y hermoso que ver a un hermano llorar, así sea de dolor; las lágrimas lo sanarán o le potenciarán la alegría.
Sea la situación que sea, las lágrimas son bellas.
Marco Antonio Saborío Parreaguirre.