Walter Trujillo Moreno

UN DÍA COMO HOY!

Tu mirada está perdida y triste

tus manos tiemblan inquietas

tus pensamientos tienen dolor y nostalgia

tu mundo se escapa de este planeta

 

Jurarías que te han dejado sola,

invadida de preguntas difíciles,

cargada de respuestas inservibles.

 

Tú misión de madre está cumplida,

no hay nada más que conocer,

puedes ceder tu espacio al más necesitado,

Piensas que tu viaje a llegando a su estación final.

 

Sientes que tu luz no irradia calor,

tu alma esta errante,

tus sueños son pesadillas,

no tienes acceso a tu caja de sorpresas.

 

Tus ideas dejan de ser tuyas,

los caminos terminan en una encrucijada,

el cielo se hunde sobre la tierra,

tu estás debajo de ella.

 

Tienes una ventana al cielo,

un millón de estrellas que te observan,

Montañas besando las nubes,

Olas escapándose del mar,

el viento  trae mensajes nuevos,

el sol  no deja de brillar.

 

Tú puedes volver a nacer,

como el cóndor que se deja caer al vacío,
con la esperanza de resucitar,

como el águila que rompe su pico contra la roca,

para poder seguir viviendo,

el Yatiri que despierta del viaje al más allá.

 

La vida es un regalo de los dioses,

te prestaron un alma y un espíritu,

te ofrecieron energía, luz y fuerza,

más allá de la mitad de tu existencia,

Las montañas, la mar y el cielo,

también son un regalo de Dios.

 

Las montañas existen millones de años,

siempre jóvenes y enigmáticas,

desnudas, cubiertas de oro,

bañadas en colores,

llenas de verde.

Cuando se enojan,

arrojan fuego,

tiemblan como un demonio agitado.

El mar a veces inquieto y otra vez lleno de ira,

baña el planeta si es necesario limpiar la humanidad.

El cielo azul, cargado de luceros,

negro en la noche,

llora incontenible cuando está enojado.

 

Hay un millón de razones para seguir viviendo o al menos resucitar una vez....

 

 

Por Walter Trujillo Moreno, marzo 2020