Tengo algo que me estalla en el pecho y me hace sentir no del todo bien. Me genera nerviosismo y una sensación muy rara mezcla de nerviosismo, preocupación, impotencia, inseguridad, sentimientos a flor de piel, sensación de que estoy fallando, de que me falta tiempo, malestar por no poder estar con los míos y dedicar más tiempo a los demás en prejuicio de mis padres, preocupación por mi tabla de salvación, mis perros... tantas y tantas cosas que a la vez me produce dolor, frustacion y al mismo tiempo me da fuerza.
Tengo mucha paciencia, pero noto que por momentos se me va, y hasta las cosas ricas, con lo golosa que soy, no me saben a nada.
Mis brazos se agotan de aplaudir pero lo sigo haciendo porque debo hacerlo.
Me duelen las manos de tanto lavarlas, y la piel y el pelo ya están deslustrados de tanta agua y jabón,pero agradezco el buen olor que me hace olvidar lo cotidiano.
Miedo, nunca lo he tenido, pero puedo entenderlo... Pero ya me cansan los cagados, buscando consuelo, cuando ya han tirado, conscientes de ello, su salud por la alcantarilla... Y ahora tienen miedo... ¿Ahora tienen miedo, ahora?... ¡Que cosas tiene la vida!... Pero los entiendo.
Mi impotencia por la pobre gente que con pluripatología y cuidándose, ahora son derrotados sin poder hacer frente a la batalla, impotencia por la gente joven y no tan joven que igualmente son alcanzados.
O sentir que se me rompe el alma cuando veo a mis padres a la distancia sin poder abrazarlos por ser yo persona de máximo riesgo y ver como todo esto les está pasando factura.
Así que estoy deseando que llegue mañana y pasado y pasado y así poder hacer balance de los días pasados.
Cada uno tiene su propia tabla de salvación, y la mía, aunque no se entienda, son mis perros, a los que añoro cada minuto y segundo que pasa por no poder estar conmigo pues las circunstancias obligan a ello, porque mis peludos me conocen y me entienden, un entendimiento en el que sobran las palabras.