Tocando madera, apoyo mi frente
en mi amplia puerta,
sintiendo las vibraciones
de un llamado hermoso.
Un llamado que llena esperanzas
de un sabor dulcísimo.
Alguien que busca a un caballero,
un príncipe oscuro, pero suave y medido.
Inocentemente,
sin voz aunque muy fuerte,
ella clama por su jinete;
quien esta dispuesto a llenar
sus requisitos con virtudes.
Mis oídos lo escuchan bien,
y me presento velozmente ante tal puerta,
sintiendome vivo y calmo.
Aunque
por primera vez observo
tanta hermosura y candidez,
ante las cuales mis palabras
quizá nunca lleguen a ofrecer
el mérito que se merecen.
El tiempo es pésimo,
aun así salgo a cabalgar y derrotar.
Vamos, llena mis ansias
de ese cachetazo enorme
que una vez más me hará arder
en el violáceo cantar de cielos
alguna vez transitados.
Vamos, inutiliza estas cadenas
y permíteme volar incauto hacia ángeles,
devuelve a mí esa sustancia deslumbrante
que tanto me completa, me desborda.
Vamos, inhibe esta incapacidad
y vuélveme el más valiente de los príncipes,
hazme rey de mis propias miradas
y permíteme maravillarme ante las suyas.
Por favor...