Encerrados, perdidos, olvidados,
el péndulo eterniza sus latidos,
las calles son arroyos desecados,
los portales, las grutas del olvido.
Hasta el sol aparece confinado,
el cielo llora gotas de amargura,
los pájaros se agazapan en sus nidos
las ratas corretean por las ruinas.
No hay vecinos, amigos ni familia,
el silencio se adueña del paisaje,
las ventanas son meras claraboyas,
los balcones, rejillas insalvables.
¡Ahora sé lo que es el purgatorio!
la condena de cien años y un día,
ese día que cruje y se eterniza
y amenaza el infierno en las noticias.
El paraíso siempre ha tenido dueños
donde no alcanza la voz de la miseria
donde moran auténticos demonios
purpurados, togados, sangres regias.
¡Ahora sé lo que es el purgatorio ¡
es el miedo, las sombras, la incerteza,
la soledad, el vacío, la nostalgia,
la rabia, la impotencia, la sospecha
de que somos peones del tablero
esperando que empiece otra contienda.