Sobre mi rostro azota un joven viento azulado, perseguido por las rojas lágrimas de mis ojos cansados.
Hace tiempo decidí no creer en el tiempo, ¡ay infeliz de mí! casi perezco en el intento.
Poeta del tiempo me defino, poeta del momento sin aliento ni cuentos.
En qué instante me perdí entre los rostros del viento, dejando de escribir sobre los sentimientos.
Hasta la muerte poeta del tiempo, todo el porvenir y ni un cuento.
Se me tuerce el rostro al enfrentar a Dios y revelar mi error, poeta inmortal, poeta fugaz.Dejaré de sufrir, de llorar por ti, mi clavo en el cielo.
Me hice mayor y no me gustó, los miedos juveniles se tornan eternos y febriles.