Lourdes Aguilar

EL TEPOZTECO Y LA SERPIENTE

Que lo creas o no me importa poco

lo contó mi abuelo por lo tanto es cierto

que en los barrancos de Chalmita

donde abundara el ahuehuete

ya largos años hace que habitó un demonio

bajo forma de serpiente

 

Proveniente del mismo averno salió de alguna gruta

veredas abría al moverse de tan fabuloso su tamaño

dicen que hasta plumas en la cabeza le brotaban

y escamas tan duras como roca la cubrían

Eran tan fieros los silbidos que emitía

que erizaba la piel de tan solo oirlos

en su vientre insaciable desaparecían

desdichados que la tarde sorprendía en despoblado

y a los corrales se acercaba devorándose al ganado

no faltaba quienes desesperados o fanfarrones

fuera a su encuentro blandiendo azadones y machetes

pero niguno pudo regresar de ese trance

e inútilmente a sus familias enlutaban

 

Era tal la situación de propios y forasteros

el engendro poco a poco iba diezmando poblaciones

pero el Aztlán apiadado insufló de aliento a un héroe

como de muchos es sabido se conciben en mi suelo

era éste un mozo aguerrido, de origen tepozteco

 

Afligido por las penas y duelos de sus hermanos

hizo caso omiso de sus seres más queridos

y decidido se cubrió del cuello a las rodillas

bien sujeta una armadura hecha con cuchillos

salió el joven esa tarde reluciendo como el rayo

los cuchillos y un machete que llevaba en cada mano

por entre peñas y barrancos atrajeron a su destino

 

En noche ya avanzada tuvo su encuentro con la bestia

no tembló al encararlo pero su mirada lo dejó paralizado

y así hipnotizado no podía atacarla ni defenderse

el joven supo entonces que la vida perdería

pero suplicó al cielo que en vano no lo fuera

el monstruo en un instante abrió las fauces malolientes

engullendo poco a poco al valiente tepozteco

luego satisfecha fue a esconderse entre los cerros

 

Los ácidos, ante los que tantos sucumbieron

no hicieron mella en los puños

que la providencia revistió con fuerza sobrehumana

al intestino maldito los cuchillos sujetos a su cuerpo

a la serpiente  fueron rasgando conforme lo tragaba

mientras con los machetes, el carcomido tepozteco hizo trizas

 

 el pueblo sobrecogido escuchaba sus silbidos espeluznantes

cuando las sombras se levantaron la serpiente agonizaba

los angustiados pobladores entonces respiraron aliviados

por el alma del valiente se elevaron salvas y oraciones

para recordar su fe y sacrificio ahora queda éste escrito