Que lo creas o no me importa poco
lo contó mi abuelo por lo tanto es cierto
que en los barrancos de Chalmita
donde abundara el ahuehuete
ya largos años hace que habitó un demonio
bajo forma de serpiente
Proveniente del mismo averno salió de alguna gruta
veredas abría al moverse de tan fabuloso su tamaño
dicen que hasta plumas en la cabeza le brotaban
y escamas tan duras como roca la cubrían
Eran tan fieros los silbidos que emitía
que erizaba la piel de tan solo oirlos
en su vientre insaciable desaparecían
desdichados que la tarde sorprendía en despoblado
y a los corrales se acercaba devorándose al ganado
no faltaba quienes desesperados o fanfarrones
fuera a su encuentro blandiendo azadones y machetes
pero niguno pudo regresar de ese trance
e inútilmente a sus familias enlutaban
Era tal la situación de propios y forasteros
el engendro poco a poco iba diezmando poblaciones
pero el Aztlán apiadado insufló de aliento a un héroe
como de muchos es sabido se conciben en mi suelo
era éste un mozo aguerrido, de origen tepozteco
Afligido por las penas y duelos de sus hermanos
hizo caso omiso de sus seres más queridos
y decidido se cubrió del cuello a las rodillas
bien sujeta una armadura hecha con cuchillos
salió el joven esa tarde reluciendo como el rayo
los cuchillos y un machete que llevaba en cada mano
por entre peñas y barrancos atrajeron a su destino
En noche ya avanzada tuvo su encuentro con la bestia
no tembló al encararlo pero su mirada lo dejó paralizado
y así hipnotizado no podía atacarla ni defenderse
el joven supo entonces que la vida perdería
pero suplicó al cielo que en vano no lo fuera
el monstruo en un instante abrió las fauces malolientes
engullendo poco a poco al valiente tepozteco
luego satisfecha fue a esconderse entre los cerros
Los ácidos, ante los que tantos sucumbieron
no hicieron mella en los puños
que la providencia revistió con fuerza sobrehumana
al intestino maldito los cuchillos sujetos a su cuerpo
a la serpiente fueron rasgando conforme lo tragaba
mientras con los machetes, el carcomido tepozteco hizo trizas
el pueblo sobrecogido escuchaba sus silbidos espeluznantes
cuando las sombras se levantaron la serpiente agonizaba
los angustiados pobladores entonces respiraron aliviados
por el alma del valiente se elevaron salvas y oraciones
para recordar su fe y sacrificio ahora queda éste escrito