Cuarenta estudios del amor y una canción desesperada
Emergido a tus recuerdos
tengo la luna blanca de
cristal a un sueño
encantado de amor.
Sutil mujer de los escombros
de la noche mía del dolor
obstinado y avergonzado.
Avanzas en mí como fría
corola de la flor señida
de la hora de la partida.
En el rincón de la noche de
abril te llamé a lo lejos
y me llamaste con tus
ojos pronunciados
y tus pupilas de
amor.
Todo en mí era alegría de
amor de tu sonrisa fijada
en la espada de la belleza
de tus manos.
Ay amada mía, ven a mí
para que veles este
amor para que éste
florezca más.
Voz del incumplimiento
del conjuro nocturno,
llega la hora del asalto
y de los besos tiernos.
Oh sentina de tristezas,
en ti cayeron los hijos
de las hojas de la noche
desbordada de luz.
Luz de arroyo, viniste
a mi suerte, como el
hastío del día azul.
Escarcha de mi dolor
profanado con la luz
de tu mirada y
de tu sonrisa.
Sujetadora de sueños
y arrebatadora de
tu amor.
Aún en ésta noche pálida
de tus recuerdos,
me llamas,
me dices que no te
deje partir.
Pero es la hora de partir,
oh abandonado y
la noche se escapa
en medio de la
lúgubre tormenta
amorosa.
Pero cae la hora de recordarte
y te amo,
te amo aún en el
silencio completo.
La tormenta arrebata mi
calma, pero tú llegaste
a mí como un milagro,
un milagro imposible.
En las horas oscuras de la
tarde, tú fuiste la
fruta del rocío,
fruta prohibida.
Tú sembraste en mí el
amor ambicioso y
soberbio y
ávaro.
Es la hora de partir
oh abandonado
amor.
Es la hora de marchar,
pero
yo no quiero partir
todavía.
Oh, bello cementerio de
los besos y las miradas,
Oh, las ruinas de las
tumbas de tu amor.
Sentina de escombros de
la noche en que oigo
tu nombre interminable.
Todo en ti fue naufragio
y olvido y sueño.
Oh, los besados miembros
del cuerpo enamorado,
Oh, la callada noche en
que me recordó tu
nombre.
Todo en ti fue naufragio
y olvido y sueño.
Hice retroceder la sombra
de mis angustias sólidas,
Hice mil poemas para poder
librarme de tu silencio.
En mis retorcidas horas de
sufridos lamentos anidados
a la gélida y oscura
noche, no fueron suficientes.
Era la turbia, turbia centinela
de miedos incesantes de
alegre silencio y
abominable sueño.
Flor amarga y seca
de la lluvia de tus
quebrantos hastíos.
Dulce sonido del mar y
clara como el agua
y la arena.
Manantial de la uva perdida
y la risa flotante, sol
oscurecido en el día.
Todo en ti fue naufragio!
Desértica mirada
del mar acaudalado,
mar de tristezas
y engaños
y olvido.
De ti llovieron las tormentas
en las horas de la guerra,
Todo en ti fue naufragio!
Era la dura partida del amor
y la suave comodidad del dolor,
y tú te escapaste con
el olor del sueño y olvido.
En ti volaron victoriosas las
guerras y abandonaron
la patria de tu amor.
Todo te lo tragaste, como la
lejanía y en ti tremuló
la vieja risa de la tarde.
Todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir,
oh amor abandonado.