Soy feliz, no puedo decir lo contrario
Aunque viva en mis adentros un calvario
De trombos que vienen y van, en mi acuario
Pero sonrió desde el fondo, del barrio…
Vivo perdido en mi propio olvido,
Los dolores azotan mis sentidos
Soy toda una nube sin colorido,
Dolores siento en todos mis nidos…
Esta tortura diaria, de amargura
Me está conduciendo, al precipicio
Al infierno terrenal, con mi tortura
¿Por qué dejas, que viva sin juicio?…
La ley de mi existir, te pide ayuda
Y tú mi “Dios” te escondes de mí,
Me dejas perdido en cama desnuda
Ya son dos años, sin ningún frenesí…
Y aunque estoy acostumbrado
Y me conforme con mis castigos
Y camino por el mundo anulado,
¡Qué duros paso, los días afligidos!…
Llenos de temores y dolores ungidos,
Con el llanto invisible, en mis retinas
Que graban las luces y las sombras,
Mi vida misma, castiga mis dunas…
Arenas movedizas, que me hunden
En el resquicio de mis lamentos,
Palabras y rezos que sucumben
Y martirizan la voluntad y sueños…
Que mueren en el desierto de mi alma
Escuchando los latidos del corazón,
Que auxilia a mis fibras, con calma
Sepulcro donde descansa, mi ilusión.
¡Hoy vivo los dolores insoportables de mi enfermedad, que mata las ilusiones de mi desván!
Modesto Ruiz Martínez / martes, 27 de julio de 2010