Cuando no esté,
me habré ido
dejando atrás las huellas
que no irán conmigo;
aquellas que de sufrimiento,
luchas y alegrías
abrieron caminos,
y son las que recordará:
mi hermano,
mi amigo.
Cuando no esté,
el viento traerá un soplido
que anunciará mi despedida
que pasará quizá
al olvido;
y las hojas de mi otoño
volarán por los aires
hasta el color marino,
que serán recogidas
por las manos que contemplé,
dolidas.
Cuando no esté,
el ocaso habrá llegado a mi vida;
y los versos escritos serán
los que tendrán sueños ocultos,
de aquello que produjo mi nostalgia
cuando divisé tu herida,
la que sangró amor dulce
a pesar de la vida sufrida.
Cuando no esté,
el cielo no derramará llanto alguno,
nací en verano,
y sediento como vine
así me iré soñando,
pensando ¿qué pudo ser mejor?,
pero lo mejor lo seguiré añorando
porque los sueños se fueron con el tiempo,
volando.
Cuando no esté,
será porque el atardecer
se mezcló con la noche,
y un mar de estrellas
se posarán en el cielo
anunciando con derroche,
mi último adiós,
mi último verso,
mi último canto,
y será el momento de tristeza
que mi amor por ti
pervivirá en el camposanto.
Cuando no esté,
se apagarán las luces en mi camino,
los pasos dejarán de serlo
para dar paso a la despedida.
No sé si partiré llorando,
tampoco si me iré sonriendo
a mi último destino,
porque de tristezas y alegrías
está escrita la vida.
Cuando no esté,
será porque llegó la hora,
aquella que no esperaba,
como espera el niño
el juguete que añora,
aquella que constriñe el alma,
por los días que se vistieron grises,
la hora que se fue conmigo
como testigo de mi fin,
de mi aurora.
Cuando no esté,
la nostalgia llegará a los míos,
brotarán lágrimas que regarán
mi último nicho in-pulcro,
pero no deberán cargar su alma
y su corazón de dolor sombrío,
mi descanso infinito tendrá en ese final
el sepulcro.
¡Y el adiós!
será un adiós querido,
por lo sufrido,
por lo vivido,
cuando no esté,
porque me habré ido.