Guardo aún el deseo entre mis manos,
entre las lianas se abre la ventisca
que murmura el recuerdo de tus labios.
La selva te extraña, se quiere erigir en los árboles,
atrapar el paisaje como quien se lleva su potestad.
Te busco en la estampida del agua sobre el aire,
en su brusca caída incesante, en la abundancia,
en el recorrido que nace por las piedras,
como si fueras música en un desmadre
de ganas tupidas y pensadas.
¿Quieres saber hasta dónde llevo tu nombre?
Siéntelo cuando arrojo mi pincel en tu rostro,
las palabras en el verso, el discurso en tu memoria,
el rasguido en mi guitarra y la desazón de ser la gitana,
que te piensa en esta tarde.