EL TÉ DE MANZANILLA
Llegó la noche, todos cansados.
Sobre la mesa, una rosca y una medialuna,
fortuitas sobrevivientes de una contundente mediatarde.
A nadie ya les interesa.
Una de las niñas es obligada a lavarse los dientes,
bajo amenaza de reunión íntima con el dentista en dos días.
La otra parece haber terminado las tareas,
Ha subido a su habitación en silencio.
Que tranquilidad! Estaré en la mejor parte del día?
De pronto una voz: Amor, me hacés un té de manzanilla?
Y con las últimas fuerzas, me dispongo a calentar el agua.
Todo sea por mi bello amor,
Que si no, me hubiese hecho el dormido.