Carlos Eduardo

Y A

 

 

Ya lo sabemos todo,

pues nunca sabremos nada;

en esa tiniebla,

como animales gregarios

atravesamos el Serengueti,

expuestos a ser devorados;

pertenecemos a una especie

con los mazos dispuestos,

en movimiento permanente,

giros hacia uno y otro lado,

hasta cansarse;

en el primer circulo,

perdemos una de nuestras inocencias;

así sucesivamente,

cada más o menos 7 años,

hasta vislumbrar que tales estados

eran hermosos,

cada uno nos encerraba en ciertas creencias;

bobitos mimados entretenidos,

inicialmente cobijados en un entorno

considerado sin fin;

las pelá de seres queridos

nos remecen hasta los huesos,

asimilamos el mal,

lo hacemos vivible;

seguimos arrastrando nuestra humanidad,

cada vez más feroz, siniestro, furibundo,

de vecinos, amigos, compañeros,...;

huelgas, metralla,

podredumbre repugnante

de quienes se han hecho del poder;

deseamos cambiar las condiciones;

es imposible.

La vuelta de tuerca,

nos lleva a un estadio más complejo,

inevitablemente propio de nuestra ralea.

Miles de millones de injusticias,

los ojos abiertos casi desorbitados,

y ahí está la conciencia martirizándose,

...

cuasi perdidos.