Alonso Moraga

Agua Clara

A Hellen Blass…


¡Oh agua clara que te agitas nerviosa
en medio de la triste y silenciosa fuente,
en la noche pálida, en la noche triste,
en la noche augusta, bajo el negro puente
que cruza por el ancho río, por el suave
río; tú que vienes en la noche con rumor
sonoro, que tocas la lira triunfante
que enciende en los poetas el puro amor,
la casta lumbre que los pechos habita,
que en las almas salta y vibra y bulle,
y penetra en las lóbregas angustias
que el dolor deja y sirve, y huye
como las aguas claras en medio de la noche
pálida, en medio de la noche triste; eres el sueño
de las solitarias noches que la luz enciende
las alegrías, los suspiros nerviosos con empeño
de amor y ternura; agua clara que limpias
de nostalgias y tristezas mis noches frías,
que empujas mis anhelos, que realzas mis dichas,
corre y fluye y arrulla con tus ansias mis melancolías!
¡Oh agua clara que vas libre por los campos
secos, por los campos oscuros, por los campos vacíos,
que envuelves con tu cristal la vida, que tejes
con tu claridad los caminos, el rumbo de los ríos
que van a dar a la mar; tu paso es eterno
y cambiante, y tu rumbo persigue incierto
destino, abre surcos y caminos en donde tienen
tu esencia los campos marchitos y el páramo yerto;
jamás existió tan noble corriente, ni agua intranquila,
más pura ni casta, que en medio de la noche serena,
en medio de la noche vacía, dejase vibrar la armonía
que suena en las cuerdas del laúd doloroso que canta la pena!