Caminaré sobre pájaros henchidos
convocaré los hechizos precisos
derrumbaré mitos e iniciaré supersticiones
invadiré las zonas de recreo, constataré
las fábulas de mis ancestros: secuencias
de una experiencia tristemente acumulada.
Pedernal en certidumbre que forma su alabastro.
Destruiré aves migratorias, derribaré sombras,
amaré el placebo de las gaviotas, acantonaré
mis tropas sobre tu palacio de cristal.
Olivos inclinados que conformarán el retorno
de la noche, y una mano siniestra alzará los velos.
Hendiré la tierra con su lupanar de raíces móviles,
y en el fango hallaré mensajes constituidos con veletas.
Recibiré con agrado la multitud de aves consoladoras,
que encierran el crepúsculo entre sus alas de nieve.
Y buscaré sus sombrías extremidades lejos de los sendas.
Hundidos los pies hasta la sombra, meditaré en círculos,
desconvocados ya los dioses emergentes.
Reclinaré mis símbolos, adoptaré medidas urgentes,
buscaré la sombra entre las secuoyas adolescentes.
Y mis brazos, y mis manos, servirán de albatros
a la luna de los labios sucesivos.
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