Hoy resuena en tristeza las voces apagadas,
De las vetustas calles que extrañarán los pasos
los diálogos de sabios, las conversaciones serias
los viejos dejaron de estar hablando.
Dejaron las miradas fruncidas de otoñales inviernos
sobre el caminar despacio en el ocaso creciente,
se fueron simplemente,
durmieron para siempre.
Es el crudo dolor mortal del malhadado extranjero,
el que decide hoy sobre las vidas y muertes,
sobre el pueblo de los abuelos,
y sobre las voces de los encierros.
Los fantasmas han cobrado vida y hoy tienen cuerpo
tienen noche y día, de combate sin caballería,
con armadura pálida y con espada fría,
los fantasmas hoy son héroes, en esta pesadilla.