Parado frente de la casa de mi amada, avancé con pasos lentos y tranquilos, tranquilos; una vez dentro del corredor mirando las puertas cerradas, sentí unos pasos acercándose atrás mío, voltee lentamente y, la ví, era ella, era ella, allá venía¡ sonriente, por el camino de piedras, y acercándose a las rejas del corredor, ahí estaba ella llegando a mí. Tome sus manos suavemente, acomodé sus cabellos tras el surco de su oreja; me acerqué a sus labios y tiernamente le di un beso y, al mirarla nuevamente ya no era ella; era otra, otra que yo conocía perfectamente y que ella también conocía. Mire sus ojos, tan bellos, me gustaba su sonrisa; presionándola ligeramente de la cintura yo sus labios besé, mas luego entonces... se fue, por el camino de piedras. A lo lejos puedo verla, con mis ojos vidriosos puedo verla; lleva perlas en sus ojos, es ella pero también fue la otra y, la perdí a ella y la perdí a la otra; allá alcanzo a verla solo era ella o quizá solo era la otra.