Guardián De Ángeles

Dueña mía.

Que seas mar, que seas exuberante,
eso me agrada, que seas ola e inundes mis costas
de toda tu consistencia y luego irnos cual peregrinos
hacia las profundidades del océano,
otorgando albedrío a las aves
que vagan soñando sin cesar.
Perdámonos en la inmensidad del tiempo,
diluyendo las miradas, dilatando los besos,
perpetuando caricias... bajo doseles de lirios,
sortilegios de pactos con el aire.

¿Qué si puedes disponer de mí?
Por supuesto si tú eres dueña mía,
si cuando en mis brazos estás
quedo, de ti, por completo esclavizado,
si soy una proyección nacida de ti,
si de nuestros corazones el intercambio hacemos
cada vez que juntitos nos percibimos;
el estremecimiento se llena de besos
los que propiciados por tu boca son mi grito,
cuando en la desnudez me conecto con tu piel
y por tus secretos te busco más.
No dudes en tomarme, mujer,
que por todo lo que me das
por siempre te voy a amar.