Se ha callado el ruido
y el silencio habla.
Dice tantas cosas
que nunca escuchamos
y es tan elocuente
que me alegra el alma.
Y me ha recordado
y tiene razón
es mejor el silencio
que el ruido de un cañón.
Guerra silenciosa
en que nos quejamos
por falta de ruido,
por falta de espacio.
¿No es esto mejor
que escuchar sirenas,
bombas, tiroteos,
temblores de puertas?
El miedo se cierne
en nuestras cabezas,
se palpa, se corta
en el mismo ambiente
y hasta se respira
el miedo a la muerte.
Pero este silencio
nos habla muy claro
nos hace apreciar
todo lo olvidado:
quienes nos merecen
a quienes amamos
cómo es nuestra vida
por qué nos quejamos.
Y comprenderemos
que muchas de esas quejas
no tienen motivo:
la vida es muy bella.
Y hay que aprovechar,
siempre, cada instante.
Ver la parte buena
aún en los desastres.
Y si este bichito
que aquí se ha colado
algo nos recuerda,
es: somos humanos.
Aunque muchas veces
fuimos cual robot
y la parte humana
se nos olvidó.
Se ha callado el ruido
y el silencio habla.
Dice tantas cosas
que nunca escuchamos
y es tan elocuente
que me alegra el alma.
Y me ha recordado
y tiene razón
es mejor el silencio
que el ruido de un cañón.
Guerra silenciosa
en que nos quejamos
por falta de ruido,
por falta de espacio.
¿No es esto mejor
que escuchar sirenas,
bombas, tiroteos,
temblores de puertas?
El miedo se cierne
en nuestras cabezas,
se palpa, se corta
en el mismo ambiente
y hasta se respira
el miedo a la muerte.
Pero este silencio
nos habla muy claro
nos hace apreciar
todo lo olvidado:
quienes nos merecen
a quienes amamos
cómo es nuestra vida
por qué nos quejamos.
Y comprenderemos
que muchas de esas quejas
no tienen motivo:
la vida es muy bella.
Y hay que aprovechar,
siempre, cada instante.
Ver la parte buena
aún en los desastres.
Y si este bichito
que aquí se ha colado
algo nos recuerda,
es: somos humanos.
Aunque muchas veces
fuimos cual robot
y la parte humana
se nos olvidó.
©2020 Leonor Cuevas Martín
©2020 Leonor Cuevas Martín