Leonor Cuevas Martín

PACIENCIA (por el COVID 19)

Se ha callado el ruido

y el silencio habla.

Dice tantas cosas

que nunca escuchamos

y es tan elocuente

que me alegra el alma.

 

Y me ha recordado

y tiene razón

es mejor el silencio

que el ruido de un cañón.

 

Guerra silenciosa

en que nos quejamos

por falta de ruido,

por falta de espacio.

 

¿No es esto mejor

que escuchar sirenas,

bombas, tiroteos,

temblores de puertas?

 

El miedo se cierne

en nuestras cabezas,

se palpa, se corta

en el mismo ambiente

y hasta se respira

el miedo a la muerte.

 

Pero este silencio

nos habla muy claro

nos hace apreciar

todo lo olvidado:

quienes nos merecen

a quienes amamos

cómo es nuestra vida

por qué nos quejamos.

Y comprenderemos

que muchas de esas quejas

no tienen motivo:

la vida es muy bella.

Y hay que aprovechar,

siempre, cada instante.

Ver la parte buena

aún en los desastres.

Y si este bichito

que aquí se ha colado

algo nos recuerda,

es: somos humanos.

Aunque muchas veces

fuimos cual robot

y la parte humana

se nos olvidó.

 

Se ha callado el ruido

y el silencio habla.

Dice tantas cosas

que nunca escuchamos

y es tan elocuente

que me alegra el alma.

 

Y me ha recordado

y tiene razón

es mejor el silencio

que el ruido de un cañón.

 

Guerra silenciosa

en que nos quejamos

por falta de ruido,

por falta de espacio.

 

¿No es esto mejor

que escuchar sirenas,

bombas, tiroteos,

temblores de puertas?

 

El miedo se cierne

en nuestras cabezas,

se palpa, se corta

en el mismo ambiente

y hasta se respira

el miedo a la muerte.

 

Pero este silencio

nos habla muy claro

nos hace apreciar

todo lo olvidado:

quienes nos merecen

a quienes amamos

cómo es nuestra vida

por qué nos quejamos.

Y comprenderemos

que muchas de esas quejas

no tienen motivo:

la vida es muy bella.

Y hay que aprovechar,

siempre, cada instante.

Ver la parte buena

aún en los desastres.

Y si este bichito

que aquí se ha colado

algo nos recuerda,

es: somos humanos.

Aunque muchas veces

fuimos cual robot

y la parte humana

se nos olvidó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

©2020 Leonor Cuevas Martín

 

 

 

 

 

 

 

©2020 Leonor Cuevas Martín