I
Se encontraba la muerte, cimbrada en tu frente
hablándole al viento, que a nada le teme
y sintiendo el veneno, que lleva en su vientre
hurgada en tu suelo, con todos sus dientes
II
¡Abajo los egos! que nadie los quiere
porque ya, no hay cantores que oculten su temple
Ni lunas que digan, ¡Que bello es, diciembre!
y que largas pasiones en enero se pierden
por lenguas que fingen, pecados inertes.
III
Y justa es la mano que mueve la herida
jugando a escondidas, que pocos le miran
callar el delito, que en agosto termina
cortando las almas que su razón permita.
23/03/20
2:33 pm.