Dejé mi casa al norte,
confín de líquenes y musgos,
haciendo esquina
entre la avenida de la hulla
y el bulevar del sol de las espigas.
Puse mi frente a barlovento
y ya de noche eché a andar hacia el mediodía.
Llegan del mar voces ungidas de colores,
y achampanadas espumas.
Huele el verano a mardi gras tardío.
Un orfeón de constelaciones vapean añiles humores.
Uniformados cual monásticos cardúmenes,
metales y maderas desfilan a los sones de \"Waltzing Matilda\".
Aromas a hidromiel emanan de las calles
que el aire regurgita en confeti y serpentina.
Sobre la barra del último bar
se acoda un si bemol en la penumbra
vencido de licor y de ambrosía.
Una embozada vestal de oblicuo ombligo
escancia el vino. A párpado cerrado
un piano tartamudea una lisérgica bossa nova.
Podría jurarlo, el piano de Tom Waits nunca ha bebido.
\"Pájaros de niebla\" (2020)