El día amanece sobre tu tez luminosa,
con un fulgor que se agota en el aliento,
la brisa furtiva juega impaciente,
abrazando nuestros soñadores corazones.
Destino impasible que alzas tu mirada,
imposible, incierto, misterioso te ocultas,
seduces los tiempos e intrigas mortales,
poco importas al amor si ha de ser inmortal.
Una alondra viajera nos brota del alma,
cuerpos sin recuerdos seremos polvo,
mas veo salir la luna por sus ojos,
y taciturno desvanezco de tanto gozo.
Perfecta excusa tu cuerpo en un gesto,
la alquimia muta tu esencia en magnánima,
no ha de existir alma enamorada y sedienta,
que no haya bebido de sus cuerpos;
hasta la última gota del ser.