No necesito a un concejal que me diga:
¡estás mal!
necesito a alguien que me grite:
¡estoy contigo!
no necesito el abrigo ocasional;
necesito a un amigo,
ese que no se hunda en la ebriedad de mis versos,
ese que me declare:
… estaré contigo hasta el final,
un amigo que busque la verdad de mi soledad,
alguien que me haga sentir un ser normal.
Andrés Romo
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