Amada Rama:
No te imaginas cuánto te extraño,
no te imaginas con la pasión que te nombra
mi corazón.
Cada encuentro para mí es como estuario.
Y en ese instante carezco de hueco vacío.
Dejemos aunar nuestros rojos hilos.
La esperanza resucita y vuelve a mis venas,
fluye y se impregna en mi mirada,
eso afecta dejando marcas en cada norte.
Seamos uno, con la fuerza de la pasión que
tuvimos en nuestro semillero.
Aniquilemos la finitud y nos atemos a la
infinitud.
Alma mía, le hagamos un espacio a las
flores que le crecen a aquella rama con el estío.
Dame tu tierna mirada para poder tatuarla en
la yema de mis dedos, y en cada parte de mi cuerpo
como instrumento de tacto, así llenar
todo lo existe con dulzor y eminencia.
Labios de algodón, parece que ellos fueron
los que besaron a la semilla del fruto del
cerezo; así es que le dieron origen a mi
alimento.
Rompamos aquella burbuja rosa, para poder
habitar en el Valle del Jerte. Dejemos que allí
la vejez nos abrace y nos lleve a sus entrañas.
Quiero beber de tu existencia y
reposar en tu esencia.