Raynier Garrido

viernes

 

viernes 

Se encienden las farolas 

y las estrellas 

al llegar la noche decidida

a asesinar al viernes,

y la ciudad se convierte 

en el escenario perfecto 

para que entren en acción 

artistas, delincuentes y rameras.

 

El cielo llora tormentas sobre el asfalto

y algún poeta llora versos

sobre su libreta empapada

de lágrimas y sangre,

como las aceras que son el hogar

de mendigos y cadáveres a media noche.

 

Entre calles y avenidas 

jugando a las  escondidas está la muerte 

con la soledad;

y el amor con el corazón en ruinas,

bajo la luz de la luna, 

busca un camino que lo lleve

a cualquier lugar que no sea

Roma, ni París.

 

Y yo, vestido de luto,

durante estas horas muertas 

camino entre velas y violines

hacia el silencioso mausoleo del recuerdo

para olvidarme del reloj y del destino,

por lo menos, mientras llega el amanecer.