“Si el musgo se araña al alto madero porque no podré yo besar tú trasero”
Escribir sobre erotismo en tiempos cibernéticos, en que aparece en el mercado un caballero de fina postura totalmente robótico para el sexo, llamado Gabriel, desmitifica todo el romanticismo que se ha construido durante siglos y que han sido idealizados por la literatura, el cine, la pintura y por grandes amantes como Salomón, Casanova, Valentino y algunos mas recientes como Julio Iglesias, quién alguna vez se jacto de haber tenido sexo con 3000 mujeres. Sobre las artes amatorias se seguirán escribiendo ríos de tinta blanca para no ensuciar las sábanas aunque nunca la mancha se pueda borrar.
Todo pueblo o comarca tiene un gallo que canta y encanta y se los disputan las mujeres por ciertas cualidades que desarrolla no solo en el cuadrilátero de la cama sino en la parte afectiva, que lo hacen ver como un mecenas del amor.
Hay muchos libros de cómo conquistar una mujer, cómo mantener la relación y lograr sobrevivir y hasta cómo ser eficiente en el detalle sexual. La verdad sea dicha cada mujer es un mundo caótico donde el erotismo se mueve sin forma y hay que dar luz a la oscuridad y crear un mundo paralelo donde el falo es el árbol de lo bueno y lo malo.
Contrario a lo que se dice las raras especímenes de hombres que llegan a detentar la cualidad de amantes icónicos, como es el caso de Valentino, no son los mas bellos, ni los mas aptos. Sino todo lo contrario un hombre corriente, gran conversador, libertario de gestos, furtivo, pero sobre todo cazador se vuelve el amante perfecto.
El cine es donde mayormente se ha idealizado las relaciones infieles y por ello de esta cantera han salido las mejores historias de amantes, algunas incluso llevadas al cine. Pero el silencio de la noche y la madrugada a la luz de la luna esconden miles de amantes que sin llegar a ser famosillos gozan los affaires de la intimidad sin los flash mediáticos.
Es claro que todos somos capaces de fantasear una relación de infidelidad y quisiéramos tener mas de una amante. No necesariamente debemos acostarnos con la pueril de nuestras fantasías para hacer derroche y gala de nuestras artes anodinas en el amor. Cualquiera que busque alcanzar el Nirvana en una relación con su amante debe saber que vivirá una larga agonía entre el placer y la felicidad, que finalmente matará el objeto de su amor y su sed de pasión será lo mas parecido al desierto donde no se encuentra gota de agua.
Zaratustra quien hablaba desde la ignominia de los que no daban en el blanco, aunque refiriéndose a los amantes siempre era benigno, decía que la infidelidad no era otra cosa que la necesidad de acercarse al fuego del amor y recalentar el alma que siempre tiritaba de frío. No estoy seguro que Friedrich Nietzche, el gran filósofo pensará así, pero Zoroastro, era su inspiración.
Hay veces en que si nos sentimos totalmente tiritando de frío. Somos como pajaritos en una tormenta de nieve que no alcanzamos a llegar al nido. Tememos porque nuestros cuerpos nunca alcancen el calor de la ebullición pasional que puede cocer cualquier pensamiento no importa si este es fundacional, lírico, libertario o místico. Solo queremos que alguien nos llene con su aliento y vuelque en nuestros latidos sus sentimientos de pasión.