El reloj marca el compás
del vals de nunca acabar.
La familia se reúne en la mesa
descuartizando al pavo sin sorpresa.
El pavo, ya muerto, está frío,
pero su sangre rabiosa no parece rocío.
Me coloco en la silla y miro a mi tío,
\"otra vez soy el pavo\", menudo martirio.