VITRALES DEL ALMA

A LA BRISA DE LA NOCHE

 

Se abren las pupilas a la brisa de la noche, a la luz de la aurora boreal, a la furia del cenit.


¿Qué puedo esperar? ¿Qué alegría o tristeza esconde cada amanecer?


Apareció el eterno interrogante. La sed del alma, la angustia del corazón. Busco dentro de mí, y la luz de las palmas de mis manos se extiende al infinito.

Invade mi ser gratificante sensación, y entonces, el fruto de los sueños, la gloria de los días, y al unísono, penumbra de recuerdos y amargas sensaciones, aflora cual llama ardiente, cual alma penitente.

Retrocediendo en mi memoria y detenida en el tiempo, puedo palpar, el dolor cual filuda  punta, como sombra imaginaria atravesando el corazón, la falsedad y veneno en fallidas promesas, y delinear sin titubear, los hermosos hoyuelos en tus blancas mejillas.

Bailamos al paso del destino, y de pronto, sin fundamento ni sentido, no estamos ahí. El As de la vida nos juega mala pasada. ¡Y la luz se hace sombra, y la alegría un charco de desesperanza!

Llega la melodía que acompañó aquellos días, pero no, no era la misma, su alma rota había fenecido.

Y

La fuente cristalina, aun siendo ella, se mira silenciosa y parca.

No obstante…

Me digo, Mírame tú, estoy aquí, más viva que ayer. La gota de melancolía ha hecho mella en la alegría y puedo mirar el campanario de futuros sueños y melodías.



¡Tanto amor no se quiebra con amargos recuerdos!
¡Tanta luz no se apaga con crueles soledades!



Caemos y caemos, hasta que al fin, alzamos la mirada, y entonces, el eje del corazón se agita y la furia del alma recobra su fiereza.



Entre el pensar y soñar,
Entre el descubrirse y hallarse,
Entre el amarse y perdonarse.



* Imagen tomada del muro de Islam Gamal
Luz Marina Méndez Carrillo/08012020/Derechos de autor reservados.