El mundo juega apagar
el fuego de la Amazonía
con salivas altisonantes
cómo si fueran tanques de agua.
Están jugando con fuego las naciones.
Bolsonaro y sus acólitos
desprecian la naturaleza
y sus diátribas incendiarias
consumen la flora y la fauna
en un fuego fatuo de intereses mezquinos
que amenaza el equilibrio del globo terráqueo.
Adán está siendo expulsado
del paraíso de la Amazonía.
Los brazos extendidos
de los querubines de fuego
agitan sus alas incendíando
los bosques míticos donde
la luna, el jaguar, el animal de monte,
la ardilla, el tapir, la rana multicolor
se regódea en el manto verde y
las cristalinas aguas de sábila diluvíanas.
Hoy la tierra arde a mil grados
y ha consumido la sangre de generaciones
de especies que no perpetuarán su estirpe.
Unos pocos lloran a los caídos
y otros aplauden el fuego devorador.
Oh Amazonía rincón de oración
mí escuálido espíritu no puede soltar
las amarrás del llanto y apagar tu fuego.
Ni mí soplo de vida puede truncar
el viento y guiar sus pasos al mar.
Todo es Rojo, todo es fuego
cómo los cuerpos del Molino Rojo
con sus bailarinas en llamas
consumiendo la catedral de Notre Dame.
Allí entre danzas de fuego
se quema la esperanza.
¡Oh fuego! purificador
quema mi ojo crítico
y desnuda a políticos y damiselas de cortes.
Solo algunos pondrán su mano
a tu llameante candela porque aman tu verdor.