Guardián De Ángeles

Gustosamente me voy

La sensación cuando el sol se asoma
por mi ventana y percibo el olor del alba,
tomándome el primer sorbito de café,
¡ay, vida mía!, -eso es lindo y me estremece-,
que beldad al escuchar por el amanecer
la paz que misteriosamente vive en las montañas
y los colores del crepúsculo que rescata
a mi alma que díscolamente intenta no perder la razón,
amo la belleza de la vida, lo sé muy bien;
y en los pampas donde tengo mi cabaña
es el escenario del espectáculo de hermosura
que me sacia en lo paradisíaco del azúcar,
ese sabor que emana de los labios de mujer;
el ‘tiempo’ contemplándome se disgusta,
y pasa más de prisa, para evitarme esta delicia;
¡El cielo sea bendito, esta vida es tan bonita!,
a pesar de los tragos de hiel que ella tiene,
siempre hay alguien que en verdad nos ama,
alguien que nos cuida y que nuestra paz conserva
y aunque sea cierto que esta vida no es eterna,
compartirla con la gente la hace más exquisita,
dando y recibiendo una caricia comprensivamente,
teniendo siempre a quien amar y quien nos ame,
es tan lindo y mi corazón lo profiere,
lo anuncia con emoción, lo canta y lo vocifera,
que por vivir así no importa que hoy mismo muera.

Nada pasaría, si ahora mismo Dios me llama,
que en paz me voy, con tranquilidad lo confieso,
porque no dejo deudas, ni enemigos que conozca
y en mi alma seguirá encendida mi llamarada,
y en el más allá llegaré con renuevo, y quedaré intacto
ante los embates que me fueron otorgados
en esta vida, y en lo novedoso de ese paraje,
hallaré a los amigos que ya hicieron el éxodo
antes que yo y será nuestro reencuentro;
cantaremos sin cesar la belleza de la creación,
compartiendo el gozo que llevamos,
repletos seremos del amor que nos conmocionará,
correremos sin cesar atrapando mariposas,
beberemos de los néctares del orbe
y degustaremos el aroma de los capullos,
sin preocupaciones colmándonos de riquezas;
es por eso que gustosamente me voy si me llama Dios,
sin olvidar a aquellos con los que he compartido
mis momentos, que cada alegría y gozo que he degustado
justifican hoy, por si acaso tengo que decir el «adiós».

Esta invitación que hago es: ‘para brindar’,
tanto amigos como enemigos -si los tengo-,
por la tristeza y alegría que propicie el día
de mi funeral -cuando tenga que partir-;
pero todos juntos al unísono han de brindar,
cuando yerto me halle, entonando canciones,
aquellas de mi tierra que en vida interpreté,
con música ranchera me irán inhumando,
quiero despedirme recordando los embelesos
que tuve por la mujer hermosa que más amé;
antes que la vida se me consuma los invito,
porque no quiero que nadie llegara a faltar,
los que fruición me entregaron y así mismo
los que me otorgaron, sin saber, dolencias,
quiero que todos me acompañen hasta el final,
y que en ese día no haya vestigios de egoísmo,
porque ya en el camino me voy a adelantar.