el señor presidente
muy consecuentemente
para paliar la situación
ha ofrecido construir un panteón
para sepultar a la ciudad entera...
como aquí siempre es primavera
nunca faltarán flores
sobre las lápidas... y sus colores
alegrarán la vista
de los osados que asistan
luego a presenciar las tumbas
de la ciudad que antes era solo rumba
el señor presidente
sonríe satisfactoriamente
porque antes solo se recogían
cincuenta muertos por día
y ahora ya se cuentan
no menos de ciento cincuenta...
y eso le da un placer inmenso
no porque el gobernante sea menso
–que sí lo es–
sino porque su estupidez
no supera su maldad
y esta indudable realidad
ya se advertía al poco
tiempo que ese loco
ganó las elecciones
hoy con sus viles acciones
su perversidad se corrobora
y a la ciudad (¿y al país?) le ha llegado la hora...
de esperar y esperar
con paciencia la muerte... o luchar
contra dos peligrosos enemigos
el primero –y menos agresivo–
un virus sumamente letal
el otro... el peor criminal
un gobierno de asesinos