Divago solo
después de eso;
está seco el huerto,
y el vuelo ondulante de pájaros
se ha tardado.
En mis manos abundan estigmas
de miles relatos idos,
mi aroma fecunda el cielo,
que a mi pesar
lo dejas a un lado.
Camino con peso de sombra,
la brisa refresca el recuerdo,
de mano me llevan las horas
y pesando quilos el instinto en mis ojos.
Caminante, a tus recuerdos acudo
con estampas de escenas,
historias mirando afligidas
silueta con presencia débil;
es el viaje pausado
de un anciano osario
mirando mi viaje y abriendo sus labios:
la marcha con Dios es dura gracia.